Hace algo más de un mes, contaba en este espacio
lo que el proyecto
“Europa en Juego” había supuesto para
nosotros. Me refería al proyecto
realizado con mis alumnos/as de 4º de Diversificación como una linda
locura que había implicado mucho esfuerzo y
trabajo en equipo a nivel de aula y de centro,
ilusión compartida, algo de ingenio,
aprendizaje
colaborativo y
familiarización con la
Unión Europea basándonos en datos objetivos…;
un montón de
contenidos y valores que trabajamos
investigando, conociendo
y haciendo,
convencidos de que
eso también calaría e
influiría en lo que terminaríamos siendo.
Hace unas semanas,
se
publicaron los premios del IX Concurso del Día de Europa. Cuando quise
mostrar
el trabajo
premiado en nuestra categoría, E.S.O, a mis alumnos y alumnas, nos encontramos
con esta
inesperada
sorpresa .
Inicialmente, alumnado y profesorado,
nos dedicamos a bucear en el blog para
descubrir y aprender de los demás, pensando en que algo creativo, artístico,
brillante, diferente…estaba por llegar; pero poco tenía que ver
con la realidad.
PINCHAD EN LA VIÑETA Y OBSERVAD.
Después de leer con detenimiento y observar
entre el trabajo premiado, en nuestra categoría, alguna buena idea de la que aprender, también las hay y las valoramos, por supuesto que sí, vinieron las preguntas :
¿qué ha tenido en cuenta la comisión
evaluadora de este concurso?, ¿cómo puede ser que nadie
se haya percatado de las decenas de errores
lingüísticos que contiene el trabajo premiado por la Consejería de Educación de
Extremadura? En esos momentos,
con el
mayor de los respetos hacia todos los ganadores, porque al fin y al cabo no
dejan de ser alumnos/as que han trabajado con ilusión sobre un tema, decidimos
presentar un escrito a Programas Europeos. En el escrito felicitábamos a todos
los alumnos/as cuyos trabajos habían resultado premiados , pero también manifestábamos
el malestar sentido por parte tanto del alumnado como del profesorado participante
en “Europa en Juego” al comprobar que la Administración Educativa no sólo
valoraba, además premiaba,
un
trabajo que contenía algunas imágenes que no eran ni propias ni inéditas y que además
algunas de las viñetas elaboradas y presentadas como actividad plástica
contenían decenas y decenas de errores lingüísticos.
En otros momentos de mi vida, me hubiera animado a pelear por aquello en lo que creo, como siempre se ha hecho en mi familia, porque
no considero que a nivel educativo
este tipo
de actuaciones por parte de la Consejería de Educación,
nos dejen en muy buen lugar a todos esos
docentes que, pese a los errores que cometamos,
trabajamos a diario por pura vocación y somos
exigentes, entusiastas y rigurosos
en nuestro día a
día; o al menos lo intentamos. Creo,
tal
y como escribe Francisca Sánchez, que trabajar
la
competencia lingüística
es imprescindible en la formación de los
alumnos/as y que la necesidad
de ser
trabajada desde el prisma de las diferentes materias que integran el
currículum, es algo que no admite discusión. Quizá porque estoy convencida de
ello, me entristece enormemente
la
incoherencia de la Administración Educativa y lamento
las valoraciones
precipitadas y superficiales , que si bien
les inducen a su propio error al emitir ciertas valoraciones,
no impiden la rectificación rápida y rigurosa
que se espera de toda Administración Educativa cuando las cosas no se hacen del
todo bien.
Ante lo evidente sobran las palabras.
A día de hoy, los
hechos que reflejan estas líneas forman parte de una anécdota más, que pasa a formar parte de la
trayectoria profesional de una docente ilusa que llegó a esto de la educación
por pura vocación y cuya ilusión, trabajo, entusiasmo y buen humor, no se va a ver mermado por concursos, premios,
ni por las erróneas actuaciones de la
administración. Dicho esto, deseo que
las apreciaciones de verdad se tengan en cuenta para la próxima convocatoria, que aprendamos de los errores y que en próximas
ocasiones no se repitan hechos similares, puesto
que contribuyen a que el alumnado perciba como contravalor aquello a lo que a diario en el aula se le intenta dar
valor y quitan sentido, si es que lo tenían, a esos concursos de ortografía que la propia
administración publica.