Ya hace unas horas que quedaron atrás todos esos kilómetros que con una sonrisa en la cara me dispuse a
recorrer el jueves por la tarde. Sabía que merecería la pena tomar un café y compartir impresiones con los compañeros que allí estuvieran, que resultaría algo especial descubrir el rostro que detrás de esas palabras que tanto me han enseñado se escondía, que las jornadas estarían cargadas de buen hacer y entusiasmo y que la familia agradecería la visita. Total, que no encontré inconveniente alguno y me presenté en Barcelona para asistir a la Jornada Espiral 2007, aprender de otros y presentar, en pocos minutos, nuestro trabajo a otros compañeros.

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