08 febrero, 2007

Eres más que una imagen, ¡cuídate!

Después de días preocupada con el tema de los trastornos de alimentación, llega a mis manos hoy, de mano de la asociación extremeña contra la anorexia y la bulimia, lo que dejo ahora. Unas letras que independientemente de lo bien o mal escritas que estén, reflejan lo vivido en algunas casas por algunos de sus miembros.

LA NIÑA SOÑABA CUENTOS (ANDREA MUÑOZ)

La niña soñaba cuentos

de príncipes y de hadas,

cuentos con final feliz

donde se veía casada

con niños de ojitos tiernos,

viviendo en una gran casa

rodeada de jardín

cuajado de rosas blancas.

Al mirarse en el espejo

descubrió desconsolada

la imperfección de su cuerpo

para la vida anhelada.

Sobraban algunos kilos,

tenía las caderas anchas,

rodetes en la cintura,...

¡ había que bajar la talla !

-Con este maldito cuerpo,

con esta maldita estampa,

no habrá príncipe en el mundo

que fije en mí su mirada.

Desde ese mismo instante

-se propuso emocionada-

modelarse un nuevo cuerpo

perfecto, esbelto, sin taras.

La madre miró a la hija

con un perfil de esperanza,

soñaba para ella todo

lo que a soñar alcanzaba

-terminará sus estudios,

estará remunerada,

encontrará un buen muchacho,

acabará bien casada, ...-

al fin y al cabo esta niña

nunca nos dio problemática.

Con el paso de los días

la niña enfermó de ansia,

ansia por bajar de peso,

ansia por estar delgada.

Pasó hambre, asco, insomnio,

tuvo miedo de la báscula

y de la fatal imagen

que el espejo reflejaba.

Cansado de los problemas

que el trabajo deparaba,

miraba el padre a la niña

y desviaba la mirada.

¿Qué pasa con mi muñeca,

cada día más delgada?.

La madre no respondía,

solo miraba y callaba.

Decidió en ese momento

dedicarse a observarla.

Hasta ahora su niñita

tan solo se preocupaba

de afanarse en los estudios,

de portarse bien en casa,

de salir algunas veces

con amigos de la infancia ...

Pero llevaba algún tiempo

-más bien una temporada-

que se encerraba en su cuarto,

ponía la música alta,

se rebelaba por todo,

solo usaba ropas anchas,

no salía con amigos,

alguna vez ... vomitaba.

Había bajado de peso

-era evidente la talla-

con inquietud se dio cuenta

de que ya no menstruaba.

¡ No puede ser ! ahora mismo,

-decidía preocupada-

la llevaré que la mire

el facultativo de guardia,

que le hagan un chequeo

desde los pies hasta el alma.

¡ No se olvide del análisis,

por si está embarazada !.

El médico la miró

-solo le bastó mirarla-

para emitir su diagnóstico:

ANOREXIA ¡ qué palabra !.

A partir de ese momento

todo les cambió en la casa,

lo que antes pasó de largo

se convirtió en vigilancia,

las horas de las comidas

en tristes horas amargas.

Ya no anhelaba príncipes,

ya no imaginaba hadas,

no deseaba jardines

cuajados de rosas blancas,

soñaba sólo con ángeles

que cubrieran con sus alas

el cristal de aquel espejo

y el martirio de la báscula.

De paso, por si pueden servir de algo, os dejo aquí algunos recursos sobre los trastornos del comportamiento alimentario.

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