Dicen que la locura, en su justa medida, es la chispa de la vida y yo me pregunto: ¿cómo se determina la justa medida?, quizá porque no lo tengo claro, hoy me he comportado como una "loca",nada nuevo por otra parte; he vuelto locos a los que estaban cerca y el día no ha sido malo, pero ha sido de locos.
Si el de ayer era un día monótono, el de hoy no ha tenido nada que ver. El que empezaba aparentemente tranquilo, ha continuado siendo uno de esos en el que cada suceso te acaba sorprendiendo. ¿Por qué? lean si quieren...
Supuestamente hoy, únicamente, me disponía a entregar los méritos que ya tenía compulsados y una programación que tenía elaborada y sobre la que vengo trabajando hace días. Yo, que no soy amante de los pequeños detalles ni de los ornamentos formales de carácter obligado que no aportan nada, dejé el encabezado y pie de página para la mañana de hoy, sólo por considerar que no merecía la pena invertir el tiempo en esto. ¿Qué pasó?, llegó la primera sorpresa de la mañana, la impresora me la jugó, los nervios estaban a flor de piel y menos mal, que siempre hay gente dispuesta a arreglar las chapuzas de otros y a hacer comentarios que hacen el rato más ameno, ¡va por vosotros, Carlos y Paco!. Primer pequeño percance superado...lo que no esperaba, era seguidamente, encontrarme un desvío nuevo en la carretera y una pareja de policías dispuesta a buscar droga entre los, sólo, múltiples papeles que invaden mi coche. ¡Menuda papeleta!, el tiempo pasaba y yo con tanto imprevisto escuchando a Lolita, que cantaba en la radio quiero atrasar el reloj, quiero atrasarlo; nunca una letra se ajustó tanto al momento. Finalmente, llegué sin más imprevistos y a tiempo,¡todo un logro!, eso sí, tuve que aguantar la gracia del tribunal sobre los puntos que me darían por tener tanto papel, sí, esos méritos que son reflejo de toda una vida, que es papel más papel, sólo eso, y que más que para valorar el saber o no saber, sirven para tener una idea del tiempo invertido en charlas. Después de respirar tranquila, ¡por fin!, vino una comida compartida y cuando creí que esto había sido todo, llegó la mayor sorpresa...la ducha y la siesta las tendría que posponer para otra ocasión, ¿dónde están mis llaves?. Venga tranquila, me decía en el intento de no volver a perder los nervios, se llama a la casera y listo, pero...¿dónde está la casera a estas horas?...una llamada, otra, otra, otra...hasta que llegó la que espero sea la última sorpresa de la tarde, sin llaves y sin localizar a la casera, el móvil se queda sin batería; ¡menudo aliado se ha buscado la impresora!.¡Menos mal, que siempre hay buena gente dispuesta a echar una mano y a acoger a los demás, en plena siesta!. Por hoy, ya ha sido bastante, por favor, ni una sorpresa más, quiero un poco de tranquilidad, pero antes, no podía ser de otra manera, quiero dar las gracias a todos los que han hecho posible que ni el ordenador, ni el tiempo, ni la policía,ni las llaves, ni el móvil,... conviertan este día en uno de esos para olvidar. Eso sí, espero que pasen estos días pronto, porque entre tema y tema, con este calor, estoy perdiendo la cabeza.
12 julio, 2006
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2 comentarios:
"Vísteme despacio, que tengo prisa", no olvides esta frasecilla, ya verás que el tiempo es moldeable y se adapta perfectamente al ritmo que queramos imponerle: nada es tan urgente que no pueda esperar un minuto (o un día, o un mes) más.
En respuesta a Carlos.
Buena frase, la tendré en cuenta. En cualquier caso, vete llamando a tus amigos del CPR para organizar un nuevo curso, en esta ocasión sugiero que se llame algo así como: "Estrategias para no perder el buen humor ante los imprevistos". Otra sugerencia, para que nos lo concedan, especifica que se trata de imprevistos dentro y fuera del aula. ¿Por qué el curso?, porque menuda gracia me hizo que me parara la policía ayer, justo en esos momentos.
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