17 octubre, 2006

Distracción inevitable

Mientras termino un pequeño trabajo que tengo pendiente, escucho una de esas canciones que ni el tiempo ni la aparición de otras muchas, han logrado que caiga en el olvido. Lo curioso, es que en décimas de segundo y sin darme mucha cuenta de ello, esta melodía ha conseguido que deje a un lado el trabajo y me encuentre adjuntándola en este espacio.Espero que os guste, al menos, la mitad de lo que me gusta a mí.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Mi hija pequeña de siete años se llama Lucía, y te aseguro que en parte tenía esta canción en mi cabeza cuando pensé en su nombre. Esta canción para mí es entrañable.

Begoña Mena Bonilla dijo...

Me alegra tu visita y también, que te guste esta canción. Otra cosa, probablemente algún día los nombres de nuestras hijas coincidan. Saludos.

Anónimo dijo...

La verdad es que yo he conocido hasta tres niñas que se llamaban Lucía única y exclusivamente por la emoción que esta canción había producido en sus padres. Es impresionante el poder de atracción que efectúa la música y, sobre todo, la gran influencia cultural que ejerce en la vida cotidiana una "simple" obra de arte.

Begoña Mena Bonilla dijo...

Gracias tanto por la visita virtual como por la presencial, Marco. Es un honor que los buenos gallegos dejen su aportación en este blog. Ahora falta animar a Carolina para que, entre poema y poema, dedique un rato al ordenador y refleje en éste, también vuestro espacio, su punto de vista. Sé que será interesante. Saludos.