Miradas incrédulas

Un día cargado de miradas incrédulas ante las palabras que algunos periódicos recogían, así describiría parte del día de ayer. Me alertan algunos compañeros de esta noticia recogida en el Periódico Hoy, la leo y no salgo de mi asombro, ahora entenderán ustedes por qué.

A diario trabajo con niños, padres y profesores, me dedico a ellos y hago lo que puedo, en muchas ocasiones menos de lo que me gustaría, para ayudarlos en la labor docente y discente. Me sorprende, aunque me importa un bledo, que nos critiquen por paralizar la actividad académica y más aun, por condenar a miles de alumnos de Extremadura a perder un día de clase. Al Sr. Delgado, le diría que no se lamente porque nosotros provoquemos la pérdida de un día lectivo, porque muchos alumnos a día de hoy, no han aprovechado ni uno sólo de los que llevamos de curso y si contabilizamos las horas, nos han hecho perder, a todos, unas cuantas. No olvide que son muchos los que cada mañana siguen acudiendo a nuestras aulas con las manos metidas en los bolsillos sin intención de sacarlas para trabajar, y en el mejor de los casos y si el bolsillo es lo suficientemente amplio, traen un bolígrafo que se mezcla con otros muchos instrumentos que luego utilizarán para entretenerse y boicotear la clase. ¿Qué haría usted como padre en estos casos?, ¿y como representante de otros padres?. Le diré lo que hago o en algunas ocasiones,intento hacer yo: llamo a los padres, les mando cartas; en algún caso, acudo a sus casas personalmente a pesar de que no me corresponde, y si me apuran, les hago una visita incluso en el trabajo. Todo con la intención de ayudar a los menores que creo que lo necesitan, no seguir privando de una buena educación a todos aquellos alumnos que están dispuestos a recibirla y posibilitar que los docentes cumplamos con nuestra función, que no es otra que enseñar, ¡no se equivoque usted!. ¿Qué consigo?. Cuando los llamo, en algunos casos no me descuelgan el teléfono, ya saben que se trata de una llamada del instituto y de una nueva queja sobre los buenos modales que el niño manifiesta. Cuando les escribo, me responden a su modo; es decir, no acudiendo a la reunión concertada. Cuando voy a sus casas, lo agradecen, pero a la vez sienten temor, la claridad duele. La verdad, es que la reacción y la buena intención dura mientras mantenemos la conversación, se manifiesta, por momentos, en asentimiento sobre todo aquello que se le sugiere, pero no nos engañemos, en pocas ocasiones se materializa en decisiones o actuaciones que supongan un cambio en el modo de hacer del niño. Cuando les hago una visita en el trabajo, se inquietan, lo curioso, es que la inquietud es más que por lo que vayan a escuchar sobre el proceso educativo de sus hijos, por lo que sus compañeros de trabajo puedan pensar. Así me responden algunos padres, valore usted la situación ahora.

Esta es parte de la realidad que algunos vivimos en los centros de enseñanza, sólo parte, no quisiera caer en el error de generalizar estos comentarios a todos los padres, ni mucho menos. Es cierto que no existe una guía para ser buenos padres y que hay una parte que se preocupa, que preguntan semanalmente, que pide ayuda cuando consideran que no pueden con su hijo, a pesar de que éste apenas cuente con 13 años, que velan a diario porque sus hijos reciban una buena educación y que además, creo que tienen todo el derecho a que esto así sea. Pero…¿qué hacemos con los niños que no están dispuestos a hacer nada y con los padres que piensan que la educación poco importa?, ¿seguimos dejando las aulas como están, permitiendo todo lo que los niños quieran y contribuyendo de este modo, a criar maleducados?. No crea usted que la situación que ahora vivimos es cosa de un día o se debe a un hecho puntual, no sea tan simple, el problema no lo es. Llevamos tiempo esperando respuesta y denunciando la situación, pero las respuestas no llegan, la situación empeora, los afectados aumentan, los valores disminuyen y la función docente se desvirtúa cada día más.

Para terminar una última cuestión. Señor Delgado, nosotros cobramos por nuestro trabajo, lo único que pedimos es que nos permitan trabajar para que los que quieren aprender lo hagan. En todo caso, le recuerdo que tenemos derecho a manifestarnos, pese a quien pese, y otra cuestión; cobramos por ejercer nuestro trabajo y no cobramos si no lo ejercemos. Permítanos usted, que nosotros elijamos el día en que nos acogemos a nuestro derecho constitucional a la huelga y comamos de nuestros ahorros.