Leo los mensajes de mis alumnos y pienso en los comentarios que día tras día me hacen llegar. Hoy, tengo más claro que nunca, que el afecto y el ingenio son llaves para conseguir que el alumno aprenda justo lo que una se propone. Es cierto que no nos han formado para convertir nuestra aula en un circo, a pesar de que pienso que el circo es la escuela de la vida para algunos y la que da de comer a muchos otros. También es cierto, que nadie está obligado a hacer llegar a sus alumnos el más mínimo afecto, a escucharlos activamente, a lograr que el alumno perciba que nos interesa su situación, a ayudarlos a expresar sentimientos y miedos...a proporcionar en definitiva, esa ayuda extra, que nuestros adolescentes en algunos casos demandan. Nadie está obligado, o más bien, depende de cada ser el que se sienta o no obligado. En cualquier caso, considero que una pregunta en el momento justo, una respuesta cuando se espera y una llamada de atención, expresada con un toque en la espalda cuando se considera oportuno, son, sólo, algunos de los aspectos que harán que un alumno, día tras día, siga tu clase, se atreva a preguntarte las dudas sin temor y te elija para contarte sus problemas esperando una, para él, siempre, buena sugerencia.
Si el alumno nos considera personas, más bien buenas personas, nuestra labor como docentes vendrá casi rodada. Ahora, sólo falta, además de una buena dosis de disciplina y conocimiento un poco de ingenio; ¿por qué seguir haciendo lo mismo si los resultados siguen siendo igual de negativos?. No nos engañemos, la sorpresa gusta en la mayoría de las ocasiones y nuestros alumnos, de vez en cuando, necesitan que se les sorprenda con diferentes formas de hacer. En esto, juega siempre un papel fundamental el ingenio, ese pararse a pensar qué puedo hacer mañana para mantener una clase en orden y hacerlos trabajar, sin que se den cuenta en unos casos y saboreando el esfuerzo y el sacrificio en otros, para conseguir en último término, los objetivos que me propongo. Sin duda, todos podemos hacer más de lo que hacemos, pero quizá, no todos estemos dispuestos a invertir el tiempo y el esfuerzo que esta tarea requiere. Ustedes deciden si seguir tranquilos en sus casas y agobiados en sus aulas o cómodos en sus aulas e inquietos en sus casas. Creo que a todos nos gustaría estar bien en ambos lugares, pero nuestros alumnos cada vez nos lo ponen más difícil y exigen más de nuestra parte, a pesar de poner menos de la suya. Si ustedes quieren seguir con la tiza y el folio en mano año tras año, adelante; es de admirar que los alumnos, de hoy en día, os respondan con este método. Yo, que acabo de incorporarme a esta bonita labor, opto por combinar modos de enseñar. La imagen, el audio, el periódico,la tiza,el folio, y todo aquello que se me ocurre..., suele aparecer en mis clases cuando menos se lo esperan y parece ser, que algunos alumnos aplauden la elección.¡Pruébenlo!, por lo visto, hoy mis alumnos se consideran mejores personas de lo que lo eran ayer. Éste debe ser nuestro reto, formar personas, preparadas, sí, pero siempre personas; no olvidemos que nuestra labor no se reduce a instruir y que ese rol del profesor, hace años que pasó a la historia.
12 junio, 2006
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