08 junio, 2006

La conciencia a examen

A lo largo de los años la palabra examen ha motivado mucho tipo de sensaciones. Me preparo para los días venideros recordando todas aquéllas que en su momento tal palabra me produjo. Siempre temor, nerviosismo, tensión, angustia…sensaciones nada gratas que en muchas ocasiones representan inseguridad o falta de confianza, que todos hemos sentido pero que pocos, si es posible, están dispuestos a sentir por la supervisión de otros. Si miramos a nuestro alrededor, comprobamos que la palabra evaluación sigue generando tensión entre los que nos rodean. Son pocos los que lejos de percibirla como amenaza, la perciben como un simple modo de constatar los cambios que se han producido en distintos ámbitos. La cuestión es, ¿existe progreso sin una buena evaluación?. Cada día tengo más claro que este binomio de términos es inseparable, que nuestros alumnos siguen sintiendo lo que más de uno de nosotros sentiría en su lugar hoy y sintió en su momento, que “la evaluación continua” es interpretada de formas muy diferentes, rozando la absurdez en algún caso, que no siempre evaluamos el progreso del alumno de forma global y que nuestro método de evaluación es más que criticable, o al menos discutible, en algunas ocasiones. Pensemos ahora en nosotros, ¿pondríamos obstáculo a la evaluación por parte de los alumnos sobre nuestra labor docente, si estuviéramos seguros de hacer bien o al menos hacer el intento de hacer bien, aquello por lo que nos pagan?, ¿no evaluamos nosotros con el método que cada uno considera más oportuno-discutible sin duda en algunos casos, que no en otros- a nuestros alumnos?, ¿por qué entonces no someternos nuevamente a esas sensaciones ya vividas en lugar de irnos por la tagente cuando surge el tema de la evaluación de la práctica docente?,o es que…¿consideramos que la mejora no merece correr tal riesgo?. Señores, no dudo de que nuestra labor no es reconocida como debiera y que constantemente somos criticados y sometidos a valoración, injustamente, por la sociedad, con intención de limpiar conciencias ajenas que ceden su parte de responsabilidad. Coincido con todos esos argumentos que ponen de manifiesto la necesidad de un mayor apoyo por parte de la Administración al profesorado y la concesión de una mayor autonomía para hacer y deshacer en nuestros centros pero…a pesar de todo esto, considero que es inevitable que, individualmente, hagamos examen de conciencia, que recordemos viejos tiempos poniéndonos en el lugar de esos principiantes adolescentes, que reflexionemos sobre nuestro modo de hacer con ellos y sobre el modo de evaluar a los que en unos casos hacen y no llegan a demostrarlo y en otros casos ni siquiera hacen. Quizá así, animemos a más de uno a seguir trabajando, quedemos claro a otros, que sin esfuerzo, responsabilidad y trabajo no hay aprobado que valga ni en el aula ni fuera de ella, y sobre todo, consigamos que nuestros alumnos valoren y respeten, más de lo que lo hacen, nuestra labor en el aula como docentes y fuera de ésta como personas.
¡Hagamos el intento!, quizá merezca la pena.

2 comentarios:

Miguel L. Vidal dijo...

Nunca los estudiantes deben evaluar al profesor, otra cosa que se le pidan valoraciones que permitan al profesor o la centro ajustar su proyecto de trabajo. Quién realmente tiene que evaluar al centro y al profesor es la administración educativa, dígase inspección, siempre desde la perspectiva de mejorar el servicio, bajo las directrices del gobierno que debe ganarse la confianza en las correspondientes elecciones, pero eso es inóomodo, porque se evalúan así mismos de forma indirecta. Los funcionarios tenemos que dar atención al ciudadano por encima de las coyunturas políticas, somos la garantía de sus derechos y eso no nos da patente de corso, nadie debería tenerla.
Estoy de acuerdo en el fondo con lo que dices en el post.
http:/puntodefuga.blogia.com
http://zibereskola.blogspot.com

Begoña Mena Bonilla dijo...

En respuesta a Miguel Luis.

Como tú mismo dices los funcionarios tenemos que proporcionar atención, a ser posible, la que se precisa en cada caso, al ciudadano. ¿No crees que esta atención es la que nosotros echamos en falta en algunas ocasiones y la que nos lleva a lamentaciones porque nadie nos pide opinión para mejorar un servicio del que somos últimos destinatarios?. Si esto es así, ¿por qué no evitar que esto mismo se reproduzca en las aulas?. Lo podemos llamar pedir opinión, valoración o recurrir a otros veinte términos, en cualquier caso, no dejará de ser un proceso de recogida de información, análisis y toma de decisiones. ¿Sobre quién debe hacerla?, comparto que la Inspección tiene que evaluar o más bien únicamente cumplir con el trabajo que le corresponde. También creo que el INEE, INECSE o como lo queramos llamar en el momento actual, tiene una labor importante en esto, pero...no esperemos que ellos realicen su trabajo cuando nosotros estamos descuidando parte del nuestro. Recuerda que la evaluación formativa es un eslabón más de la continua y que el ajuste a la práctica docente debe hacerse a diario tras una reflexión sobre la acción, ya sea ésta en solitario o en conjunto con el alumnado. Por aquello de que me gusta que cuenten conmigo en otros ámbitos, por no contradecir lo que pienso sobre la inteligencia emocional, mi opción es contar con ellos, mis alumnos, los últimos destinatarios del servicio. ¿La adecuada?...sigan valorándola.

En cualquier caso, gracias por la aportación, las opiniones no del todo coincidentes lejos de crear crispación constatan la importancia que en su día ya dio Vygotski, al conflicto sociocognitivo en el aprendizaje.